sábado, 28 de noviembre de 2015

"Chelo", ruta por el Mandeo


Cada día me gustan más los sitios tranquilos, donde todo lo que pueda ver me maraville y me haga sentir que estoy en lugar diferente y especial. Y por eso me gusta Chelo, porque cada vez que voy una inmensa tranquilidad me invade y me relaja.

Hay momentos en la vida en que uno necesita desconectar e intentar no pensar. Curiosamente en este lugar consigo evadirme de la realidad. Es imposible no disfrutar de los marrones, los ocres, los amarillos y los verdes intensos que rodean el Mandeo, hay tanta diversidad de colores y tonos que aunque intentes olvidarte del paisaje no puedes. Cada rincón es diferente y todas las fotos que puedan sacarse no le harían justicia a este lugar en esta época del año.


Las piedras totalmente aterciopeladas permanecen inmóviles bañadas por el agua dulce donde en otra época abundaban los salmones.


Para mi "Chelo" es como un bosque encantado, donde la magia se encuentra en cada rincón y en cada paso que das.


Los molinos abandonados y las casas en ruinas han sido envueltas por la magia del bosque y se camuflan entre los árboles, cubriendo sus muros de vigorosos y verdes musgos.


"Probablemente la magia de cada lugar sólo resida en nuestra imaginación".